Novela interactiva. Capítulo 8

La cripta

fuego-fomentar-lectura

Las llamas del fuego bailaban alegres arriba y abajo mientras disparaban chispas brillantes en todas direcciones. Por suerte, las centellas chocaban con el cristal protector de la chimenea sin provocar daño alguno. Los niños se habían reunido a su alrededor, sentados sobre la alfombra.

—¿Un poco de bizcocho chicos? —preguntó el padre de Carlos, que entraba en la sala de estar llevando una bandeja.

—¡Eso ni se pregunta! —dijo Teo.

—Gracias —dijo Victoria cogiendo un trozo.

—Si necesitáis cualquier cosa estaré arriba en mi despacho ¿de acuerdo?

Dejó la bandeja en la mesita de té y salió de la habitación.

—Me encanta venir a tu casa —dijo Teo dando un buen bocado al bizcocho—. Eg bidgocho de tu padgre ez el mehog gue he pobago en mi viga.

—Anda bebe un poco, que te vas a atragantar —Cloe le acercó el vaso de leche—. Qué mineral más interesante es la shattuckita, ¿verdad? Casi parece mágico.

—Me encanta el color que tiene —dijo Victoria—. Cada vez estamos más cerca del Nimriel. Dos minerales más y podremos ponernos manos a la obra.

—He cogido el ordenador de mi madre —dijo Carlos mirando hacia la puerta—. A ver si encontramos algo en internet sobre ellos.

—Busca qué es el oricalco —sugirió Teo—. Tiene un nombre muy gracioso.

«Hace unos 2.500 años, el oricalco era considerado un metal casi tan preciado como el oro, utilizado para forjar objetos y símbolos de poder en la época romana» leyó.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que no cojas el ordenador sin permiso, Carlos? —interrumpió su madre.

—Perdón —dijo—. Estábamos buscando información sobre el oricalco, un mineral muy antiguo.

—Sé lo que es el oricalco —contestó—. Precisamente aquí en Castelmar tenemos una leyenda que habla sobre él.

—¡Qué interesante! ¿Puedes contárnosla? —se interesó Cloe.

—De acuerdo —dijo acomodándose en la alfombra junto a ellos—. Cuenta la leyenda, que hace más de 2000 años un noble romano llegó a Castelmar portando un mineral al que llamaba oricalco. Según contaba, este metal había sido creado durante un eclipse de Sol e incluso en aquella oscuridad, había seguido proyectando por arte de magia la luz dorada desaparecida por unos instantes. Al parecer, este hombre, que decía haberlo obtenido después de ayudar a unos aliados de oriente, decidió ocultarlo aquí para proteger su valor.

—¿Aquí en nuestro pueblo? —preguntó Carlos sorprendido.

—Exacto. Aunque durante estos años han sido muchos los que lo han buscado sin éxito.

—Porque no contaban con nuestra astucia —dijo Teo.

—Anda —contestó ella en tono irónico—, si de verdad sois tan astutos será mejor que recojáis todo esto antes de que me enfade.

Lo primero que hicieron los niños al día siguiente, fue ir a la biblioteca del colegio.

Estaban dispuestos a encontrar cualquier pista relacionada con aquel romano misterioso que había llegado hasta Castelmar para ocultar un trozo de oricalco.

En la sección de historia, encontraron un manuscrito antiguo que narraba la expedición del noble hasta su pueblo. Según decía, el oricalco encerraba la esencia del «cosmos» pues su apariencia dorada podía evocar la imagen del sol y las estrellas. Junto al manuscrito había un mapa donde se habían dibujado diferentes constelaciones conocidas en aquella época, como si se tratara de una guía.

mapa-constelaciones-fomentar-lectura

—Veo que os interesa la astronomía romana —interrumpió de repente el maestro Juanjo.

—Esto… sí —dijo Victoria por toda respuesta.

—Pues si de verdad estáis interesados deberíais visitar las ruinas de la villa romana —añadió.

—¿Te refieres a las ruinas que hay a las afueras del pueblo? —preguntó Carlos.

—Exacto, ¿sabíais que eran romanas? Entre las ruinas se incluye una cripta con inscripciones de astronomía muy interesantes.

—Guay —se limitó a decir Teo.

—Especialmente interesantes si vais al anochecer —sugirió arqueando una ceja. 

«Yo en vuestro lugar me llevaría el mapa».

La antigua villa romana se veía espeluznante bajo la tenue luz de las estrellas.

Las sombras, proyectadas por las columnas semiderruidas, parecían criaturas espectrales sacadas de una película de terror. Pero a pesar de ello, los niños avanzaban con valentía en busca de aquella misteriosa cripta que les había sugerido el maestro Juanjo.

Ayúdales a encontrar la cripta

—La cripta debe ser aquello del fondo que está iluminado —dijo Cloe.

— Creo que la cripta se construyó tiempo después que la villa romana, es lo único que queda en pie —dijo Carlos.

—Llevas razón —dijo Teo—. ¿Sería posible que la construyera el noble romano para ocultar el oricalco?

—Es una buena hipótesis —dijo Victoria— Según el manuscrito, el romano llegó años después.

—Vamos a comprobarlo.

 

La entrada a la cripta era lo más siniestro que habían visto jamás. Un laberinto de pasadizos subterráneos se abría desde allí, ocultando antiguas historias y misterios sin resolver.

 

—Vaya cague ¿no? —la voz de Carlos retumbó en el interior de aquella cavidad de piedra.

—Guay —se limitó a decir Teo.

cripta-fomentar-lectura-niños

Haciendo un gran alarde de valentía, Victoria se adentró en el túnel seguida de sus amigos. Continuaron caminando durante unos minutos que se les hicieron interminables,

hasta que se toparon con un muro que les cortaba el paso.

—Vaya, aquí acabó la aventura —dijo Teo.

—No te rindas tan pronto, Teo —lo animó Cloe—. Veamos el mapa.

Carlos sacó el mapa de su mochila y lo extendió en el suelo, dejando ver la guía de constelaciones.

—Mirad esto —dijo a sus amigos—. Cada constelación tiene un número romano.

—Y no están en orden —se percató Cloe—. ¿Por qué será?

—Debe ser una pista, pero ¿para qué?

—Revisemos el lugar —sugirió Teo.

Pero allí no había nada que investigar, tan solo muros de piedra por todas partes. Las rocas, colocadas allí miles de años atrás en el tiempo, solo eran eso, rocas.

Sin embargo, sí que había un espacio que se diferenciaba de los demás. En el techo, justo sobre sus cabezas, se abría un orificio por el que podía verse el cielo estrellado.

—Fijaos en esto —dijo Teo—. No creo que esté aquí por casualidad.

—Exacto —confirmó Cloe—. Me recuerda a una de esas películas de exploradores, como Tadeo Jones. Parece que esté colocado ahí para dejar pasar la luz por algún motivo.

No había terminado de decir esta frase cuando un rayo de luz de luna entró en la sala iluminando el muro de piedra que les cortaba el paso. Al instante, unos puntos brillantes aparecieron frente a sus narices.

La luz de la luna apuntaba directo hacia él, iluminando una serie de símbolos que emitían un leve resplandor.

constelaciones-muro-fomentar-lectura-niños

—¡Eso es! —dijo Victoria—. ¡Son constelaciones! Están grabadas sobre la roca.

—Debemos estar cerca del oricalco —dijo Carlos—. Recordad lo que leímos en el manuscrito, en la antigüedad creían que ese mineral representaba el firmamento.

—Qué curioso —susurró Teo mientras pasaba la mano sobre una de las constelaciones—. Creo que son botones que se pueden pulsar.

—Es cierto, Teo —contestó Carlos—. ¿Creéis que será algún tipo de código para abrir otra puerta?

—Es posible —dijo Victoria—. Pero hay demasiadas constelaciones, no podemos estar pulsando estos botones al azar. Las combinaciones son infinitas.

—Supongo que habrá algún tipo de clave —dijo Cloe.

—¡El mapa! —recordó Carlos—. Las constelaciones del mapa que dejó el romano tenían números ¿recordáis?

—¡Claro! —dijo Teo—. Debemos seguir ese orden.

Ayúdales a colocar las constelaciones en el orden correcto

mapa-constelaciones-fomentar-lectura

Al pulsar los botones en el orden que indicaba el mapa estelar, una de las rocas que conformaban el muro se desprendió de su lugar, saliendo ligeramente hacia afuera.

 

Con mucho cuidado, terminaron de sacar la piedra para comprobar con satisfacción que estaban en lo cierto: en el hueco que había tras ella reposaba un pequeño trozo de piedra que desprendía un brillo dorado similar al de las estrellas.

—El oricalco —confirmó Carlos cogiéndolo con delicadeza entre sus manos.

oricalco-fomento-lectura

—Solo nos queda uno —dijo Teo.

4 Replies to “Novela interactiva. Capítulo 8”

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *