Novela interactiva. Capítulo 11

Un suceso inesperado

Carlos, Cloe, Victoria y Teo estaban muy nerviosos aquel día. Al fin había llegado el momento. Después de haber recorrido un camino lleno de desafíos y peligros, habían conseguido reunir los tres minerales.

Los niños se habían escabullido con sigilo, asegurándose de que nadie los viera, hasta llegar al laboratorio antiguo. Aquel que habían descubierto días atrás oculto tras un viejo cuadro en el laboratorio del colegio. Ahora, con el corazón latiéndoles con fuerza, cruzaban la entrada secreta dispuestos a realizar la aleación de aquellos minerales exóticos.

Carlos sacó el manual de experimentos que habían encontrado en aquel mismo laboratorio y lo puso sobre la mesa, abriéndolo por la página donde explicaba los pasos a seguir para fabricar Nimriel.

—Materiales necesarios: molde, tenazas, varillas de grafito, crisol… —leyó en voz alta—. Esto va a ser más difícil de lo que pensábamos,

¿qué demonios es un crisol?

—Voy a buscarlo en internet —dijo Victoria sacando una tablet que había traído de su casa—. Veamos, «un crisol es un recipiente que se utiliza para fundir materiales a alta temperatura». Mirad, hay fotos.

Al comienzo del experimento, los niños andaban más perdidos que unos padres buscando muebles por el Ikea. Constantemente tenían que interrumpir el proceso para buscar información sobre lo que leían en el manual, pero aprendían con facilidad y, poco a poco, su torpeza inicial se fue convirtiendo en eficacia. Juntos formaban un gran equipo.

Mientras Carlos y Victoria leían las instrucciones, Teo andaba de un lado a otro buscando los recipientes que necesitaban y preparando los materiales y Cloe se ocupaba de triturar la shattuckita en un mortero.

Nada que envidiar a un equipo de profesionales.

Estaban a punto de introducir el electrum y el oricalco en el horno para fundirlos, cuando se dieron cuenta de que el horno era tan antiguo que no funcionaba bien.

—Vaya —dijo Carlos—. Así no podemos continuar.

—Debemos buscar otra forma de generar suficiente calor como para fundir estos minerales —dijo Cloe.

—¡Lo tengo! —intervino Teo—. Hace un momento he visto por aquí algo que podría servirnos.

Se puso a rebuscar en un armario hasta que al fin sacó una herramienta oxidada.

—¡Un soplete! —exclamó Victoria—. Bien visto, Teo.

 

 

El grupo de amigos continuó con su labor, utilizando el soplete para fundir el oricalco y el electrum con cuidado mientras lo removían suavemente con una varilla.

Estaba resultando una experiencia alucinante.

fundición-libros-misterio-niños

Pero, sin duda, el momento más emocionante llegó al mezclar los tres minerales.

 

La reacción que se produjo al echar la shattuckita triturada sobre los metales fundidos, fue asombrosa.

Un destello azulado salió de la mezcla e iluminó el laboratorio, como si algo mágico estuviera ocurriendo frente a sus ojos.

—¡Guay! —exclamó Teo—. Esto es mucho mejor que Minecraft.

Shattuckita-libros-misterio-niños

A continuación, vertieron la aleación en un molde sobre una superficie de piedra y observaron cómo al enfriarse iba cambiando lentamente su color, pasando del azul intenso a un dorado blanquecino.

Estaban tan concentrados en la tarea, que no se percataron de que una sombra sigilosa se adentraba en el laboratorio cerrando la puerta tras ellos.

—Me alegro de veros de nuevo, chicos —dijo haciéndoles dar un bote.

—Santiago—contestó Carlos llevándose la mano al corazón—, qué susto nos has dado.

El conserje, que había trabajado allí durante años, conocía bien aquel colegio.

No era de extrañar que supiera de la existencia del laboratorio secreto.

—No estamos haciendo nada malo —se apresuró a decir Teo—. Por favor, no se lo cuentes a los maestros.

—¿Por qué iba a hacer eso? —contestó Santiago—. Lo último que quiero es que ellos se enteren de esto, os tengo justo donde quería. Llevo años intentando fabricar Nimriel, gracias por ponérmelo tan fácil.

—Fuiste tú el que robaste el mapa —lo acusó Victoria—. Y el que nos amenazó en la cueva de la playa.

—Tuvisteis mucha suerte aquel día y pudisteis escapar —dijo—. Hoy no seréis tan afortunados. Apartaos de ahí.

Los niños se apresuraron a apretujarse en un rincón del laboratorio, dejando vía libre hacia la muestra de Nimriel que reposaba en el molde. Los ojos de Santiago emitieron un brillo especial, como el de alguien que lleva años esperando su gran momento.

—Al fin —susurró con voz entrecortada—. El Nimriel es mío.

—No estés tan seguro de eso —resonó una voz femenina en la habitación.

Mariela, la directora del colegio, entraba en ese momento en el laboratorio seguida por los profesores Lucía, Adela y Juanjo.

—Nunca llegué a confiar en ti —le dijo a Santiago—. Esa manía tuya de moverte a hurtadillas por el colegio y aparecer en cualquier parte sin avisar… me ponía de los nervios.

—Es una cualidad muy útil para escuchar conversaciones —contestó mirándola fijamente.

—Déjalo ya, Santiago —intervino Juanjo—. No tienes ni idea de lo que es capaz de provocar el Nimriel en manos equivocadas.

—Estoy dispuesto a correr ese riesgo —dijo con una sonrisa maliciosa.

Sin decir más, cogió el molde con el Nimriel y huyó, alejándose del laboratorio con rapidez.

Mariela, Lucía y Juanjo se apresuraron a seguirlo con intención de capturarlo.

—¡No le contéis esto a nadie! —les gritó Adela antes de salir corriendo también tras ellos.

Los niños permanecieron allí, estupefactos.

¿Qué se suponía que debían hacer ahora?

Si quieres saber cómo continúa esta historia de misterio para niños, ya sabes:

One Reply to “Novela interactiva. Capítulo 11”

  1. Seño te quieroooooooooooooooooooo mucho más que el maestro Jorge 🗺️😜😁😅🤣🤨😙😆🗺️😅🗺️🗺️🗺️🗺️🗺️🗺️🗺️🗺️🗺️🗺️🗺️🗺️🗺️🗺️🗺️🗺️🗺️🗺️🗺️🗺️🗺️😜😜😜😜😜😜😜😜😜😜😜😜😜😜😜😜😜😜💛💜💙🧡💚💜🧡💙💙💛

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