Novela interactiva. Capítulo 9.1

Electrum

Entre todos consiguieron resolver el acertijo. Al pulsar el último símbolo, un conglomerado de gravilla y piedras cayó del techo provocando un gran estruendo. Por suerte, la pandilla de amigos tuvo tiempo de apartarse de un salto antes de que los aplastaran.

Al incorporarse, vieron que el derrumbamiento había formado una pequeña apertura en el techo, dejando entrar un rayo de luz que señalaba a un punto concreto de la cueva.

—Esto sin duda es una señal —dijo Victoria.

Los niños se pusieron a cavar en el lugar donde marcaba el punto luminoso y efectivamente encontraron una caja sellada con el símbolo de Baal, un dios fenicio.

 

Dentro de la caja, envuelto en telas antiguas, encontraron un fragmento de electrum.

—Al fin —dijo Carlos aliviado.

 

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Pero su alivio duró poco. Cuando intentaban salir de la cueva, justo al llegar a la gruta donde estaba el gran lago, los aguardaba una sorpresa bastante desagradable.

La figura de un hombre, ataviado con un traje de buzo antiguo los esperaba a la salida del estrecho túnel apuntándolos con una pistola.

—Gracias por hacerme el trabajo difícil —les dijo con voz grave y profunda, fruto del eco que se producía dentro de aquel casco metálico.

—¿Quién eres tú? —preguntó Cloe—. ¿Qué quieres de nosotros?

—Tenéis dos opciones: dadme el electrum ahora y os dejaré salir o resistiros, en ese caso solo tendré que esperar a que termine de subir la marea y cogerlo cuando hayáis muerto.

Aterrados, los niños se dieron cuenta de que lo que decía aquel extraño era cierto. No habían tenido en cuenta la subida de la marea y el agua inundaba ya gran parte del suelo, incluso comenzaba a cubrir parte de la salida. Era cuestión de tiempo que la cubriera por completo.

—Dásela, Teo —le dijo Victoria—. No merece la pena.

Estaban a punto de rendirse, cuando una gran piedra cayó desde la apertura superior de la caverna y golpeó al intruso, dejándolo inconsciente.

Aliviados, vieron cómo una cuerda descendía desde arriba y la cabeza de Iris se asomaba por ella.

—Imaginaba que habíais cometido la locura de venir aquí a esta hora —les dijo—. Ya me contaréis quién es ese hombre y por qué quería haceros daño, pero ahora debéis subir antes de que os quedéis atrapados como un cangrejo en una cacerola.

Rápido se apresuraron a salir de allí, dejando atrás a aquel criminal con traje de buzo.

¿Quién podría ser?

Si quieres saber cómo continúa la historia, no desesperes, ya sabes que

¡volvemos la semana que viene!

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